Ubi vos exigo evolutio, ego volo ascio vestrum animo. Tu es pestis.

© Francisco Javier Maureira P. 2005 - 2017

30.8.14

Diez.

"La cobardía es asunto de los hombres, no de los amantes. Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar. Que me tenga cuidado el amor, que le puedo cantar su canción".

- Óleo de mujer con sombrero.


29.8.14

Flores fúnebres.

Arriba de la carroza fúnebre, mientras me movía lentamente dentro del mismo saco –de gente de mierda y vacía-, mientras manejaba lentamente para seguir la marcha, le pregunté lo siguiente;

- ¿Con qué se supone que me enamoraste, con tus besos, acaso serán los únicos labios que he devorado, o por liarte en mis sábanas o por haber pensado alguna vez que eres el elixir que necesita este nefasto y sombrío pecho? ¿Por tus grandes habilidades léxicas comunicacionales o por tu poder extrasensorial al tacto?

- Que obstinado eres para querer igualarte a Mozart, tu cociente intelectual me deja mucho que desear. No necesito tener una pizca de tu voluntad para hacerte mío, ni siquiera necesito conocerte armoniosamente los pensamientos; no seas, por favor, una persona básica.

El silencio se mantuvo unos minutos, no era incómodo, porque en realidad era la respuesta que quería. Él tiene la habilidad de decirme lo que quiero escuchar, la verdad tal y como es, y yo tengo esa habilidad de aceptar la realidad de forma tranquila.

- Tú en realidad no te has enamorado –continuó en su respuesta- ni yo tampoco, porque no es viable aún.

La verdad es que no es un rezo cruel, ni tampoco es algo para menos, pero de una u otra forma la conversación me clavaba la espalda y me desdichaba en un hondo sentir. Al fin de cuentas la infelicidad viene acorde a la situación, estábamos camino a visitar a nuestros muertos; y la costumbre es llevarles flores, ¿o no?...


28.8.14

Rayo.

Mientras tomaba mi café, en este nublado día, en mi patio cuando me soplaba el tibio y reconfortante viento, me percaté de algo; mi pecho tenía una luz, una suerte de esperanza que me acariciaba en este despertar...


27.8.14

Nueve.

"Pero, en definitiva, ¿qué es lo nuestro? por ahora, al menos, es una especie de complicidad frente a otros, un secreto compartido, un pacto unilateral. Naturalmente, esto no es una aventura, ni un programa ni -menos que menos- un noviazgo. Sin embargo, es algo más que una amistad. Lo peor (¿o lo mejor?) es que él se encuentra muy cómodo en esta indefinición. Me habla con toda confianza, con todo humor, creo que hasta con cariño".


- Mario Benedetti.



La fábula favorita de las perras.

Estos parpados cruelmente levantados al ritmo de una sonrisa extraña en el amanecer de los muertos, o la sensación de cruzar un puente colgante con resaca de un viernes posterior a las noches del semestre pasado, o las flores marchitas de las heces cronológicas esparramadas por el piano alemán, el agua dorada que orinas en cualquier árbol; las lombrices como se mueven dentro de mi cabeza, la admisibilidad que debo pensar, la conexión que se pierde, las galletas que ya no son dulces, todo lo que se puede generar, las historias y las anécdotas que me vuelven leyenda; DEJAD DE ACOSARME NO SOY VUESTRO VERDUGO YA.


Bizarra doctrina de los vicios fungibles.

¡Fue un siniestro inconsistente! Mi hermana estaba cocinando en la oscuridad porque con la luz podíamos atraer al demonio, entonces lo único que iluminaba el ambiente era la luz de mi habitación, y sonaba a lo lejos el vapor de las ollas; fue raro porque se puso cada vez más tenue la luz, pensé que era una baja de voltaje o algo así pero empezó a darme sueño, caminé hacia la puerta, apenas respirando; no sabía si alarmarme o relajarme, el brazo izquierdo con miles de hormigas marchando por las venas, y yo tratando de sacudirlas y soplarlas pero me faltaba el aire hasta para mí mismo, así que no había mucho que hacer, ni siquiera la voz me salía con ganas ni mi canto estaba a vivo pulmón. Al final caí de mejilla derecha contra el piso y mi sangre por ahí y por allá como si a Dios se le hubiese zafado una copa de vino entre las manos. Después volví en mí y sentí como que de a poco estoy mejor, de hecho esa noche me conversé un poco más amable que de costumbre y descubrí que la raíz de todo está en que soy culpable de todo cargo. Me acuerdo que la noche se veía por mi ventana, entonces se veían también las estrellas, y como soy un don juan nato, fue inevitable no dedicármelas. Como que me puse feliz, estuve en paz. Me gustó. Estoy seguro que esa vez después del tequila en la calle, hace más de cuatro meses, en que casi morí, el corazón se me puso tan raro porque se me había desprendido todo el amor que sentía –así es, en realidad no fue un taquicardia-, al final estaba solo incluso con su compañía así que era inminente; también estoy casi seguro que lo tanto que me afligí después fue por haberme indignado y humillado tantas veces –más que por su buen recuerdo-, porque si la teoría se comprueba, esta teoría bizarra de los vicios fungibles, entonces el amor ya me había abandonado en ese instante preciso en que mis labios se tornaron púrpura. Quizá lo supe siempre, por eso no le seguí el juego del gato y el ratón, y por eso siempre estuve tan bien. Ni siquiera extrañaré el momento en que corrompió mi alma, el momento preciso en que violó mi mirada y desenfundó mi espíritu infantil. No sé la razón exacta de seguir escribiendo y dándole vueltas a este asunto, quizá es porque todos creen que no debería estar actuando como actúo, pero creo que si la vieja ya pasó, y ya cagó toda esa historia, y el final ya se escribió, no hay impedimento para continuar por mí mismo. De todas formas me sentí imbécil un tiempo, con una sensación rara la verdad, porque pasaban ciertas circunstancias y no las pude entender en su momento, y no eran situaciones pequeñas sino que incluso pudieron haber definido mi vida o mi muerte; lo bueno es que la suerte y el éxito siempre estuvo de mi lado, lo que pasa es que tuve tantas pero tantas oportunidades y no las tomé que es razonable haberme sentido imbécil. En definitiva cada vez tengo la esencia más corrompida y todo es voluntariamente; extraña es la obsesión que corrompe mi naturaleza humana. Soy inteligente, tengo todas las de ganar, así que debo cuidarme y sobrellevarme en armonía de forma cordial de estas estúpidas maquinaciones espectrales y del factor aleatorio-sorpresa, o será muy sencillo y fácil que rompan mis costillas. Ahora voy a empezar un nuevo libro, una nueva teoría y esta que se consuma en el polvo; no escribiré una sola palabra más sobre esto. Punto final.


25.8.14

Ocho.

"Así que presiona el gatillo apuntándome, revolver tímido, me aseguraré de que le dispares al correcto, ven y muéstrame lo mejor que tienes; el amor es un arma cargada".

- Oda; Shy Gun.


24.8.14

Antikarma.

Desde tiempos ancestrales vengo destruyendo el orden natural de las cosas, soy un agente del caos, un antisocial en consonancia, un criminal desesperado y anarquista; sueño con que se rompa la rueda de la vida con su giro rotativo constante de vivir y morir en infortunio. Quizá me baste con ingresarle furiosamente para que cuestione sus pensamientos, para que su vida sea la cúspide del preludio a una libertad eminente, una oportunidad de pocos mortales para quebrar los esquemas morales acerca del retorno del mal; sí, es posible incluso con su inexplicable disonancia, es posible extinguir el círculo eterno, sólo hay que romper el patrón y me emociona la idea de que sea mi primera vez, ¡hay que consumar, para que celebremos con libación! Por fin estoy orquestando mi vida, componiendo mi propio camino. SALUD.


Gota.

Yo y mi gotera, 
nuestro romance, 
y sus lágrimas sobre mis cosas 
porque ya no me hace feliz 
sino alguien más, 
su melancolía de nuestra primera vez, 
ella sobre mi paraguas memorizando mi domicilio, 
y su loca obsesión por visitarme para verme sonreír 
otra vez, 
intentándolo nuevamente y persistiendo, 
aquí, 
otra tormenta más en que la veo sufrir.