Ubi vos exigo evolutio, ego volo ascio vestrum animo. Tu es pestis.

© Francisco Javier Maureira P. 2005 - 2017

16.1.10

Silencio.

No queda otra que aprender a vivir así. En la soledad me haré más fuerte. Así podré hacer lo que en verdad me gusta, y podré compartir mi sabiduria.

15.1.10

Sé mi alma.

Antes estaba más motivado. Antes lo disfrutaba. Antes no estaba tan cansado. Antes solía reír más. Solía ser un ejemplo. Solía ser una persona buena. Solía pensar menos... Solía estar menos triste. Solía escribir menos. Solía disgustar de lo lúgubre. Solía impactarme con ciertas cosas. Solía mentir en otras tantas. Solía importarme más mi bienestar, mi futuro... Antes la cosas estaban mucho peor. Antes no tenía miedo, antes era feliz, antes era ignorante. El silencio ahora me habla, y es más sabio que muchas palabras. Sí, puedo hablar de mil cosas, parecer fuerte, pero... Tengo miedo; no quiero cruzar el sendero solo. Te necesito, ¿pero tú no?. La briza, en cada paso fuerte que doy, me eriza la piel. Tengo la fe en que podrás salvarme. Aún así tengo calma, como también la vida llena de ilusiones. Tu risa violenta puede ahuyentar los fantasmas. Camina conmigo...

11.1.10

Mientras cae el Sol.

- Dime, ¿estás llorando?... Contesta. ¿Estás llorando?...
- ¿Cómo fue que llegamos a este punto, sin darnos cuenta?

Se acerca un tanto a mi, toma mi mano, la aleja de mi rostro; yo miro hacia otro lado; trata de abrazarme, me alejo.

- Reitero, ¿cómo fue que...?
- Calla. - Me interrumpe, quebrantándose un poco la voz.

El silencio abunda unos minutos el ambiente. Acerco mi mano otra vez a mis ojos, los seco un poco; este halo de tristeza aún me cubre...

- Sigo sin entender, ¿por qué lloras?...
- Quiero saber... ¿Por qué?..
- ¿Qué quieres saber?
- ¿Cómo fue que llegamos hasta aquí?

Parezco un niño sollozando. Ha de verse bastante patética la escena.

- No quieres saber... - Y rompe en llantos también. - Disculpa.
- Quisiera arrugarte como a un papel, pero no puedo. Desecharte así... como si nada... - Me acerco, me besa; no respondo.

Hay un silencio incomodo, y me siento un poco hostil.

- Eres sólo alguien más... - Me acomodo la garganta para seguir hablando; pero no puedo. Sé que lo digo sólo para herir.