Y de pronto me vi inmerso y seducido por esa figura, porque dejé de respirar, mi corazón no latió más, y mi vista ya no respondió; estaba yo mismo frente a mí, me avistaba a mi mismo, porque ese era yo en una imagen, y de pronto el conocimiento ya no estaba, porque el conocimiento era yo; no fui corpóreo no tuve figura y hacia la nada me reduje finalizando la subsunción. Mi mente se liberó y recorrió su totalidad, como si volviese a nacer, entre colores opacos y rojizos ondulantes, entre melodías extrañas e inversas que no podrías imaginar jamás; porque lo que debía ser no lo era, lo que fue estaba presente, y como no debía ser se manifestaba abstractamente, desvanecía pero resucitaba a la vez. No fui tangible ni cognoscible, fui yo de nuevo y otra vez.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...