O ahora tú, o tus marrones ojos resaltan la ternura, que en un día como este entregaste a mi, en una tarde en la que sudamos juntos la pasión que se gesta ahora en mi mirada, que te desea, te busca y enloquece en un ensordecedor gemido o tu mudo disfrutar. Sí, abrázame y no me sueltes. Continúa mirándome así, que el día está precioso. Ahora duerme en mi pecho, que es tu nido, tu lecho. Respira profundo y no temas. Ostenta mi beso, que acaricia tu lengua y te estimula. ¿Sabes?, te tengo en los huesos; en mi cráneo; en mis sesos. Cariño, sí. Acaríciame en la intimidad hasta ya no querer más. Realmente soy sólo tuyo, ahora y en todo futuro cierto.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...