Discúlpame, de verdad pensé que eras el amor de mi vida; disculpa por sentirme así de avergonzado ahora; disculpa por pensar en la eternidad en tan pocos segundos; disculpa por no mantener mis promesas y disculpa finalmente por sollozar. Disculpa las ilusiones y discúlpame por errar, por fracasar; discúlpame por haber necesitado tu abrazo sincero tantas veces. Disculpa por entenderme a mí mismo en esta tarde y por aclarar mi ser. Discúlpame, compréndeme; pero ya no estaré más.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...