Enfunda tu arma, mantenme a
distancia, asegura mis cadenas; el problema no es la pertenencia, no son las
preocupaciones, ni es la fidelidad, el problema no es quién se pueda enterar, ni
es la competencia, el problema no es la culpa, el problema no es el cariño ni
adueñarnos el uno del otro; el problema es tu incoherencia e imprecisión que me
retienen esperando y acechándote como si fueses mi presa, esperando el mejor
momento para embestir a consumir tu cuello para desgarrar tu carne; conozco muy
bien el maleficio que nos rodea, te deseo, te apetezco, por lo mismo no te quedes;
evita quedarte a comprender y conocer cuán intenso es amar en un sueño profundo,
no sucumbas ante mi verdadera brujería; aléjate de mí ahora que estoy ofuscado
por las dudas y ebrio en la confusión; es tu escape perfecto para no dar el
siguiente paso hacia este frenesí eterno, escapa y no me hagas mayormente tuyo ¡que
a la vez seré tu enemigo; tu sentencia capital, tu propio sicario, no desates
las cadenas ni mi bozal!
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...