La atmósfera y el mundo por
completo se habían acoplado; mientras que yo solamente a través de un pequeño
agujero en el infierno podía ver hacia el futuro; me vi ahí en las calles de
viento apático, como un hombre desorganizado, caminando, y mirando los árboles,
el césped, y las flores que ya llenaban ese horizonte de vida, pero no sólo las
personas actuaban extraño, sino que los difuntos también; el mundo entonces
estaba alborotado y extrovertido, los perros ladraban a esa extraña presencia
que me acompañaba a la cual paso a llamarle tragedia, la siniestra figura que
levitaba cerca de mí. Daba igual en realidad, porque desde donde estaba mirando
por el orificio se escuchaba el ensordecedor tic tac del temporizador, el tiempo
se acaba y no logro descifrar el acertijo para salir de este lugar. Mejor me
resigno, la bomba estallará igual; y qué más da, como toda persona dañada soy
de lo peor, sé que sobreviviré.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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