Ubi vos exigo evolutio, ego volo ascio vestrum animo. Tu es pestis.

© Francisco Javier Maureira P. 2005 - 2017

25.11.14

Gameto número uno.

Sintió una llamarada en los pómulos, un sudor de buen aroma en los labios, el aliento que se disipaba al aumento de latidos, carbón de la taquicardia, éxtasis en el espíritu, vigor en su gemido, se sintió un cavernícola neandertal. Sintió un torrente de vidrio que emana del volcán; un desliz terrenal, una dilatación artística, una contracción mental, un sueño en su propio averno, una conexión a la paz. Sintió ternura sin lujuria, pero ahora yacía en las sábanas, acorralado en ese ambiente cálido, con sus extremidades frías y los oídos sordos, libre en su mente de agobiarse por los pensamientos inhóspitos de cualquier eventualidad; levitando en la ocasión que le hizo permutar sus fluidos, volviendo lentamente a su centro, entre suspiros de alivio de lo que era su atormentada vida falsa, recordando una vez más sus crímenes, olvidando sus deseos y suicidando su dignidad; a oscuras con aquel extraño que jadeaba a su lado y que con cada exhalo le apuñalaba su integridad y su hombría; ¿qué hago aquí nuevamente, no debería poderme ya controlar?


24.11.14

La gigante nube gris.

No hay palabras concretas ni algún hilo argumental, sólo estro, numen, alegría y bienestar. Lo reitero; soy muy afortunado, es que hay una estrella fugaz para cada suspiro, para cada momento; sólo en el fallecimiento de un astro hay tal elegancia, sólo en tal suceso se enclaustra el morbo y la hermosura de manera tan atípica. Hay magia para cada ósculo, hay pasión para cada caricia. Hay un destello para cada ilusión, una estela para cada promesa. Un brote de suerte para cada anhelo. Una lluvia para cada lágrima. Una nube por cada esperanza. Incluso una nube gris para cada corazón roto para cada resentimiento y para cada odio, como la de hoy, que cubrió Santiago, aquella tan destacada por alegorías infelices y decepciones varias, que sin embargo y dentro de todo nos torna a la imposibilidad de negar esa perfección con la que abrazó la cordillera, porque simplemente, era para maravillarse; ¿un cambio de percepción al concepto? Es que, aunque las nubes enfunden el cielo y los truenos sacudan nuestros tímpanos, las estrellas continuarán ahí, aún continuará la energía en los sueños; así como hay vida en los vientos que nos guían el destino, los amores, las decisiones, los ánimos; así como hay vida en teclear al azar palabras y letras, que no son más que la eutanasia de las emociones, o más bien la maravilla de los lectores, continúo en mi sensación de ser tan afortunado por enamorarte un poco más, no existirá mejor decisión alguna, y aunque, como hoy, me extorsionen las nubes, no me asustaré. Ya sé caminar bajo cualquier tormenta. Sé mantenerme feliz independientemente, soy un corazón mochilero, y quizá pueda enamorarme y caer infinitas veces, pero sé que quiero decidir por ti, infinitamente de ti, tuyo; y no porque el destino nos caucione, sino porque me retribuyo a tu mirada, a tus latidos; déjame responder a tus ilusiones y demandas, y complementar todo lo que tus bellos ojos necesiten. El cuerpo es accesorio al alma, y nuestras almas, con la ayuda y el deseo de los dioses, podrán emerger unidas y conectadas por más del tiempo necesario... Por más del tiempo necesario, hacia un “demasiado”.