Quiero dormir un siglo, necesito sueños, dormir eternamente. Siempre mis deseos son incompatibles entre si, quizá no es el momento aún, ¿o quizá sí? Estamos destinados, pero a fracasar, o al menos yo lo estoy; soy un inepto. Ilusión acompáñame, que esta vez caminaremos para pensar. Lo siento, hoy las tinieblas me seducen de forma horrible, hoy un ataúd no suena mala idea para descansar y criar mis sueños húmedos. Hoy me siento dueño de mi existencia -más bien de mi inexistencia y esta ineptitud-, hoy tengo los párpados marchitos frente a la luz. Morderé mis manos para no escribir más, ya hay mucha información aquí; mientras, visitaré funerarias para escoger el mejor cajón.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...