Ubi vos exigo evolutio, ego volo ascio vestrum animo. Tu es pestis.

© Francisco Javier Maureira P. 2005 - 2017

23.8.14

Sastre de labios.

Que la razón me ilumine. Todos actúan con el fin de no estar solos, le temen a la soledad. Que estupidez, que pensamiento más básico, temerle a la soledad y a la muerte, o peor, el miedo a morir solo. Cuanto cerebro atrofiado vaga por los caminos hoy sosteniendo palabras ajenas en lengua propia; realmente las convicciones son más peligrosas como enemigas de la verdad, que su antónimo la mentira. Mi fin no es ese, mis miedos no son esos, mi fin es complementarme, inspirarme, ser perfecto. Mi fin último como el de todos es la felicidad, con la salvedad que también entregando felicidad; así soy pertinente… ¿Mariposas? Vaya metáfora de mierda, parecen avispas asesinas; voy a relajarme bebiendo whiskey y fumando un puro – no, la verdad que no, es muy tarde así que sólo abriré mi mente al sonido de los diamantes que caen del cielo para que las intenciones fluyan. Besarle, mordiscar. Besarle, besársela. Dormir juntos, que me acaricie por la mañana, abrazarle. Algo casual, algo atípico, potenciarnos. Soy feliz, como estas flores negras que brotan de la materia oscura. 


17.8.14

Mal del y bien del allá más.

Como un atrevido explorador divisé la patética luna somnolienta que fijaba su intuición en esta ira como si me criticara como si juzgara o escuchara quizá dentro de mi cabeza, dónde sino en las calles bohemias en que quizá alguna vez pasó algo; en realidad lo que pasa es que esa petulancia y mi superioridad se complementaron vanidosamente ante la paciencia máxima de quienes cruzaban la calle para no toparse con nosotros o nuestros insultos ebrios o golpes dementes de obedientes luchadores de la vida tratando de zafarnos del destino para ser libres, nudillos listos para atacar, enfermos del vacío o suicidas sin rumbo. Todavía no puedo hacer las cosas bien. Aún no sé si la luna estaba triste o amargada solamente, se sentía sola quizá porque las estrellas habían caído cerca de mí rodando por mis mejillas en plena avenida y me envidiaba entonces de alguna forma u otra; estúpidos astros que petrificaron momentáneamente mi corazón que hace no mucho se sentía vivo y bombeando sangre; quiero ver más allá del bien y del mal. 


Siete.

"La vida es hermosa, pero la mía está envenenada para siempre".
Ludwig Van Beethoven.