Que la razón me ilumine. Todos
actúan con el fin de no estar solos, le temen a la soledad. Que estupidez, que
pensamiento más básico, temerle a la soledad y a la muerte, o peor, el miedo a
morir solo. Cuanto cerebro atrofiado vaga por los caminos hoy sosteniendo
palabras ajenas en lengua propia; realmente las convicciones son más peligrosas
como enemigas de la verdad, que su antónimo la mentira. Mi fin no es ese, mis
miedos no son esos, mi fin es complementarme, inspirarme, ser perfecto. Mi fin
último como el de todos es la felicidad, con la salvedad que también entregando
felicidad; así soy pertinente… ¿Mariposas? Vaya metáfora de mierda, parecen
avispas asesinas; voy a relajarme bebiendo whiskey y fumando un puro – no, la
verdad que no, es muy tarde así que sólo abriré mi mente al sonido de los diamantes
que caen del cielo para que las intenciones fluyan. Besarle, mordiscar. Besarle,
besársela. Dormir juntos, que me acaricie por la mañana, abrazarle. Algo
casual, algo atípico, potenciarnos. Soy feliz, como estas flores negras que
brotan de la materia oscura.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...