Esta vez vengo a tocar las circunstancias, las ocasiones, la flaqueza de espíritu, las decisiones y el destino. Metafísicamente respiramos la existencia en un uno o en un cero; ser o no ser, y por tanto, no hay lugar a duda decimal. Así entonces, anulo ahora mismo todo destino que se crea, anulo esa fuerza desconocida –escondida en la ignorancia, la verdad- de la que se cree que actúa de forma inevitable sobre las personas y los acontecimientos. Sí, existen las circunstancias y las ocasiones; pero no están en el destino, porque el destino no existe, no es. Las circunstancias no son más que situaciones o condiciones que rodean y afectan a alguien, mientras que las ocasiones no son más que momentos propicios para ejecutar o conseguir algo. Son, en definitiva, oportunidades. La excusa de una decisión basada en una oportunidad existe, pero no es moralmente válida ni tampoco lo será para los infrahumanos que padecen de la flaqueza de espíritu, aquellos humanos anulados y aturdidos que no pueden manifestar un sí o un no por respuesta a la duda que afronta la suya decisión, un sí o un no sin determinación propia, un sí o un no que carece voluntad. La decisión representa la firmeza de carácter, la flaqueza de espíritu se opone al mismo concepto. Entiéndase por excusa al pretexto con el que se elude una obligación de cualquier tipo. Sí es válida, entonces, una decisión, y por tanto justa, cuando determina el cumplimiento o liquidación de un compromiso; llámele señales si desea permanecer ignorante, pero son sólo oportunidades para decidir. Tú, lector, humano instruido; eres libre del destino desde ahora, eres libre para decidir con firmeza en tu carácter, libre para dejar de buscar señales y libre de no creer las excusas con las que te pretendan fraguar.