En esa oscuridad inevitable me
volví un animal, y entonces accedí carnalmente, desgarrando el silencio divino
que nos quedaba, maquinando su pasión al límite; me volvió a amar, me recordó
por esa más de media hora y nos despedimos explosivamente en un éxtasis, yo
dentro suyo; luego me reveló que lo engañó conmigo, pero que no le pesaba la
culpa, incluso quiere más de mí, pronto, y me ha consentido. La pasé bien, no
se niega; pero espero permanecer inmune.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...