Como un atrevido explorador
divisé la patética luna somnolienta que fijaba su intuición en esta ira como si
me criticara como si juzgara o escuchara quizá dentro de mi cabeza, dónde sino en
las calles bohemias en que quizá alguna vez pasó algo; en realidad lo que pasa
es que esa petulancia y mi superioridad se complementaron vanidosamente ante la
paciencia máxima de quienes cruzaban la calle para no toparse con nosotros o
nuestros insultos ebrios o golpes dementes de obedientes luchadores de la vida
tratando de zafarnos del destino para ser libres, nudillos listos para atacar, enfermos
del vacío o suicidas sin rumbo. Todavía no puedo hacer las cosas bien. Aún no sé si la luna estaba triste o amargada
solamente, se sentía sola quizá porque las estrellas habían caído cerca de mí rodando
por mis mejillas en plena avenida y me envidiaba entonces de alguna forma u
otra; estúpidos astros que petrificaron momentáneamente mi corazón que hace no
mucho se sentía vivo y bombeando sangre; quiero ver más allá del bien y del mal.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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