- Dime, ¿estás llorando?... Contesta. ¿Estás llorando?...
- ¿Cómo fue que llegamos a este punto, sin darnos cuenta?
Se acerca un tanto a mi, toma mi mano, la aleja de mi rostro; yo miro hacia otro lado; trata de abrazarme, me alejo.
- Reitero, ¿cómo fue que...?
- Calla. - Me interrumpe, quebrantándose un poco la voz.
El silencio abunda unos minutos el ambiente. Acerco mi mano otra vez a mis ojos, los seco un poco; este halo de tristeza aún me cubre...
- Sigo sin entender, ¿por qué lloras?...
- Quiero saber... ¿Por qué?..
- ¿Qué quieres saber?
- ¿Cómo fue que llegamos hasta aquí?
Parezco un niño sollozando. Ha de verse bastante patética la escena.
- No quieres saber... - Y rompe en llantos también. - Disculpa.
- Quisiera arrugarte como a un papel, pero no puedo. Desecharte así... como si nada... - Me acerco, me besa; no respondo.
Hay un silencio incomodo, y me siento un poco hostil.
- Eres sólo alguien más... - Me acomodo la garganta para seguir hablando; pero no puedo. Sé que lo digo sólo para herir.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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