Estos parpados cruelmente
levantados al ritmo de una sonrisa extraña en el amanecer de los muertos, o la
sensación de cruzar un puente colgante con resaca de un viernes posterior a las
noches del semestre pasado, o las flores marchitas de las heces cronológicas
esparramadas por el piano alemán, el agua dorada que orinas en cualquier árbol;
las lombrices como se mueven dentro de mi cabeza, la admisibilidad que debo
pensar, la conexión que se pierde, las galletas que ya no son dulces, todo lo
que se puede generar, las historias y las anécdotas que me vuelven leyenda; DEJAD
DE ACOSARME NO SOY VUESTRO VERDUGO YA.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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