Así que aquí estoy, como un
anciano de veinticuatro años, sobreviviendo a la explosión que separó pasado y futuro,
tratando de recoger los fragmentos de lucidez esparcidos por todo el cosmos,
sin pistas de su paradero y con pereza de saber que posteriormente tendré que
unirlos como un acertijo, con adhesivos que no tengo y que tendré que conseguir
en el mismo lugar de mal gusto y mala muerte, para que más adelante, esté en la
misma estúpida situación...
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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