Despertó otra noche, de viento y lluvia, aterrorizado de su mente. No podría alguien entender sus sueños; ningún sicólogo daba respuesta concreta. Tenía la frente sudada y su cabello húmedo. Su agitado respirar hacía eco en la gigante habitación oscura; a veces un cegador relámpago iluminaba el lugar, a través de la ventana trasera a la cama, dejando su silueta marcada en la pared frontal, allí donde cuelga un gigante retrato antiguo, una reliquia familiar con la imagen de algún desconocido en su sangre; de mirada penetrante, hiriente y arrogante, con la vista en alto. Aún agitado y tratando de calmar el miedo, se sienta sobre el costado de la cama, para luego caminar hacia el baño con un tremendo dolor de cabeza, donde toma unas pastillas y vuelve para dormir. Ya en su lecho, se acurruca como un feto, deseando que el frío que recorre su espalda y piel se aleje; mientras sus párpados cerraban atrozmente al ensordecedor ruido de la lluvia que ahora golpea con ira la ventana. Se sumergió en la demencia otra vez, y está solo.
Al día siguiente, en oleo pintó a aquella joven que en su sueño vió; más que sueño era una pesadilla, un deja vú constante incluso de día. Clavícula la llamó él, con lujuria y horror. Ahí, en la tela estaba, con su blanco y largo pelo abultado, sus blancas pestañas y su pálido rostro. Clavícula es una mujer albina, de más o menos veinte años, pensativa, lúgubre, quizás triste; como él.
Transcurrido el día, debió asistir a su cita con el Doctor Hainsworth; su sicólogo, a veces considerado como amigo.
Nerón, el muchacho de los acontecimientos, debió tener unos veinte años también, como Clavícula. Él era una persona solitaria, de familia acomodada, que vivían entre vegetación y montañas, en una mansión heredada.
Sus anteriores sicólogos, y también siquiatras, entre más cercanos estaban de saber sobre su locura, de diagnosticar algún problema, dejaban el caso; sin explicación alguna. Así que pasaron los años; los días y noches cada vez fueron incrementando el tormento de Nerón, pero fue él quien finalmente puso fin a su existencia, entre sus sueños, mientras estaba con Clavícula; el la trató de asesinar. Sí, lo cumplió. Pero también murió él.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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