Ubi vos exigo evolutio, ego volo ascio vestrum animo. Tu es pestis.

© Francisco Javier Maureira P. 2005 - 2017

25.1.10

Reflejo.

Despertó otra noche, de viento y lluvia, aterrorizado de su mente. No podría alguien entender sus sueños; ningún sicólogo daba respuesta concreta. Tenía la frente sudada y su cabello húmedo. Su agitado respirar hacía eco en la gigante habitación oscura; a veces un cegador relámpago iluminaba el lugar, a través de la ventana trasera a la cama, dejando su silueta marcada en la pared frontal, allí donde cuelga un gigante retrato antiguo, una reliquia familiar con la imagen de algún desconocido en su sangre; de mirada penetrante, hiriente y arrogante, con la vista en alto. Aún agitado y tratando de calmar el miedo, se sienta sobre el costado de la cama, para luego caminar hacia el baño con un tremendo dolor de cabeza, donde toma unas pastillas y vuelve para dormir. Ya en su lecho, se acurruca como un feto, deseando que el frío que recorre su espalda y piel se aleje; mientras sus párpados cerraban atrozmente al ensordecedor ruido de la lluvia que ahora golpea con ira la ventana. Se sumergió en la demencia otra vez, y está solo.

Al día siguiente, en oleo pintó a aquella joven que en su sueño vió; más que sueño era una pesadilla, un deja vú constante incluso de día. Clavícula la llamó él, con lujuria y horror. Ahí, en la tela estaba, con su blanco y largo pelo abultado, sus blancas pestañas y su pálido rostro. Clavícula es una mujer albina, de más o menos veinte años, pensativa, lúgubre, quizás triste; como él.

Transcurrido el día, debió asistir a su cita con el Doctor Hainsworth; su sicólogo, a veces considerado como amigo.

Nerón, el muchacho de los acontecimientos, debió tener unos veinte años también, como Clavícula. Él era una persona solitaria, de familia acomodada, que vivían entre vegetación y montañas, en una mansión heredada.

Sus anteriores sicólogos, y también siquiatras, entre más cercanos estaban de saber sobre su locura, de diagnosticar algún problema, dejaban el caso; sin explicación alguna. Así que pasaron los años; los días y noches cada vez fueron incrementando el tormento de Nerón, pero fue él quien finalmente puso fin a su existencia, entre sus sueños, mientras estaba con Clavícula; el la trató de asesinar. Sí, lo cumplió. Pero también murió él.


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