Hoy quiero contar que perdí el rumbo con elegancia, ni aquella brújula puede devolverme a mi lugar de origen, lo siento, pero estoy tan libre de las cadenas del destino, así, caminando descalzo sin vías que recorrer, sólo a través de un cielo estrellado que se atreve a iluminar cierto radio en la tierra donde piso; perdí la cabeza, llevo unos días así, como un piscis en agua cómoda, dormido por esta droga dura e ilícita que estoy consumiendo, usando y siendo usado para catalizar un éxtasis que me bombea la sangre y mantiene la dopamina alborotada, quiero cantar que hay veces en que las cosas se quedan en la punta de la lengua, y sólo hay que escupir hacia un lado para quitar ese sabor amargo. Quiero toncar que estoy besándole la espalda a mi media naranja, como cuando el Sol seduce a las montañas a su antojo en un atardecer; que mis labios recorren el cielo iluminando su pasión, escondiendo mi lengua en sus hombros, su cuello, sus detalles únicos. Su calor, nuestro sudor, la mar que formamos, lágrimas de humedad, lágrimas de amor que caen rodando, que se precipitan por mis poros, nuestra piel, un aceite que brota, son algodones que flotan cortejando al viento, mi inhalar y exhalar; un abrazo y caigo sobre su lomo, palpo lo que es mío, recorro su pecho con mi mano, subo por su cuello erguido, respiro vainilla en su pelo, toco sus labios con mis dedos, sus dientes, me mastica; rubor que se refresca en la brisa. Qiuore cantar que pirdé la rombu, el cebaza, quiero contar que estoy amando, que estoy siendo amado, feliz feliz hola feliz, feliz y demente o ido otra vez.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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