Ubi vos exigo evolutio, ego volo ascio vestrum animo. Tu es pestis.

© Francisco Javier Maureira P. 2005 - 2017

13.8.14

Armando el cubo rubik o la configuración de los lamentos.

Me resulta extraño que las cosas cambien todos los días, mi mente nunca tiene la misma concepción o la misma solidez frente a algo, independiente si hablo sobre mis amistades o mis pasiones o mi familia o mis estudios, nunca es lo mismo para cada día, no hay una continuidad lineal espacial sobre algo, o alguien. Quizá mi mente está más abierta al exterior y ya no se interioriza como antes; sí, hubo un tiempo en que me introvertía demasiado y las cosas parecían no cambiar, y las personas parecían más mías que hoy, mis pensamientos parecían rectos y uniformes. Ahora estoy dispersado en la vida; la situación es que no llego a ningún lado pero aun así camino, y continúo caminando como si fuese un sonámbulo viviendo sólo en sueños fantasías e irrealidades. Sin embargo, así he llegado a muchísimos destinos, he conocido muchos lugares, muchas personas, muchas reflexiones y puntos de vista, he superado obstáculos y he concretado muchos sueños. ¿Qué es lo que quiero realmente, evadir el yermo? Me impresiona quizá mi capacidad de no decepcionarme, de continuar delirando siempre incluso tras tantas heridas. Quizá mi rumbo sea hallar una fuente de inspiración, o quizá sea inspirarme de los paisajes, de las personas que van y vienen, de las personas que siempre están incondicionalmente. Mi analogía interna consiste en el perfume, no tengo mi propia esencia, no tengo mi propio olor, todo me abruma, todo tiene su esencia pero yo no. Ya, pero hablemos sobre la soledad; el punto clave es que la soledad no es el problema, sino yo; no me aguanto mi propia compañía y no puedo coexistir; en la soledad soy yo contra mí mismo, como si uno de los dos tuviese que sobrevivir y ambos estamos armados y listos para la guerra. No señores, no me seden que no quiero estar sedado como una ameba sin disfrutar mis errores, prefiero existir conscientemente; soy un idiota, pero no se compadezcan de mi desconsolada existencia porque un día moriré y entonces mis pensamientos, como los de este ensayo, se esfumarán con mi alma en el aire. Lo que busco no es comprensión, sino enamorarme de la vida, incluso si así veo en lo abstracto pasión o un arcoíris en un vertedero; no me importa encaminarme a mi propio apocalipsis, no le tengo miedo al dolor ni a la soledad... Le tengo miedo a mi gemelo que siempre me acompaña.


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