A veces la fuerza de atracción me
retorna y veo las cosas como están; ya no donde mismo, sin embargo sucias e inertes
en su atmosfera tenue de retroceso, y cada vez todo se acerca hacia donde se
supone que debe estar, encajando violentamente hacia el momento cúspide en
donde todos seremos una célula única sumisa en la morbosidad, y no puedo evitar
la aversión de acercarme a los mortales; no puedo esconder la angustia de
entregar mi alma a ustedes ni el recelo de abandonar mi trono. Los
engranajes del tiempo no se detienen y nuestra causa última nos reverencia
inminentemente; ¿cuánta desgracia merecemos hoy?.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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