No estás en mi pecho. Así que mi corazón disminuye su palpitar, de forma triste, y suspira, y guarda el silencio. Mi corazón trata de no perturbar la atmosfera, porque callar unos instantes es escuchar al viento, entonces es como recordar tu respiración en nuestros besos, esos besos que pudieron prolongarse por días, semanas, o meses, esos besos que no me hacen necesitar algo más para vivir. Mi corazón te extraña, necesita más de tí... Revíveme, quiero bombear sangre, y es que extrañarte desgarra tanto el alma que ésta desangra, y viola el silencio que queda, lo perturba, porque gime y muere con un último placer de saber que existes, que estás ahí, en algún lado para mí. Y ahora que se me muere el alma, y no me queda ni aliento ni nada, dios le rechaza hacia el averno. Mi alma, ya muerta, sufre por desearte tanto entre cada segundo que pasa; sufre y desangra nuevamente; pero estoy feliz, estoy feliz porque te estoy queriendo, porque te quiero y no lo dejaré de hacer. Y es que quererte tanto y recordarte me mantiene vivo de alguna forma; me renaces con más fuerzas, como alguien mejor. Morir ya no da miedo, no cuando te tengo a ti, no cuando me siento tan tuyo; morir ya no importa si estás descansando en mi pecho; y pensándolo bien, siempre estás en mi pecho, porque en mi pecho está mi corazón, que palpita y bombea sangre como nunca por tu querer.
Sin entramparse, abandonar el juego del deseo de el amor, de las
pasiones... de el fantasma de todo lo que no es, con sus cargas potentes,
en la insatisfac...
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